Comenzó el Seminario sobre Mariátegui a cargo de Hernán Ouviña


El sábado 8/02 iniciamos en nuestro espacio de trabajo compartido el seminario “Mariátegui y el marxismo latinoamericano”, con mucha concurrencia, en un clima cálido, de intercambio de historias, experiencias, emociones; a puro sentipensar comenzamos a conocer al Amauta de la mano del querido compañero Hernán Ouviña.

Retomamos algunas de las palabras de Hernán Ouviña que nos oficiaron de coordenadas para el inicio del seminario:
Por lo general, al adentrarse en la producción de Mariátegui se prioriza casi de manera exclusiva lo que sería su obra "política" (es decir, algunos textos o materiales "canónicos", que fueron luego editados en forma de libro). Desde ya, vamos a tener en cuenta y trabajar esta producción, aunque nos interesa resituarla dentro del universo (o pluriverso) complejo, multifacético e integral que supo generar el Amauta con una particular sensibilidad. Para tener una idea, más de un 40% de lo escrito por él remite a cuestiones artísticas y literarias. Y esto, como veremos en el Seminario, también evidencia una forma de entender la política más allá de los cánones hegemónicos, y sobre todo una manera especial de concebir el conocimiento de la realidad, así como sus posibilidades de transformación desde una perspectiva revolucionaria”.

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Queremos compartir lo que serían las "Obras Completas" de Mariátegui, para indagar en estos materiales Hernán nos decía: “es la edición más popular en Perú y en Nuestra América, publicada entre finales de la década del '50 y los '70 por la compañera y los hijos de Mariátegui, y que hasta el día de hoy es la más leída. Tiene la particularidad de que "ordena" sus textos no con un criterio cronológico, sino temático, exceptuando los dos únicos libros que él publicó en vida (La escena contemporánea, de 1925, y los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, de 1928). Es importante mencionar que no se incluyen allí las Cartas escritas por él, ni tampoco lo que el propio Amauta llama su "edad de piedra" (los escritos juveniles de 1911 a 1919, que firmaba con el seudónimo de Juan Croniqueur). Ver aquí.

Nos fuimos escuchando y pensando la canción de Chicha Morais “Bandera” de la película peruana "La hora final". Y nos preguntamos ¿Qué es la patria?

https://www.youtube.com/watch?v=_zI1TM3wXBM

El sábado 15/02 compartimos el segundo encuentro del Seminario sobre Mariátegui.

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Para introducirnos leímos el artículo "Nuestros indios" redactado por Manuel González Prada (1844-1918), Hernán nos brindó las coordenadas para una buena lectura:

"intelectual peruano muy importante, precursor en la denuncia de la opresión indígena y también referente de las incipientes luchas obreras. "Nuestros indios" constituye un parteaguas en las interpretaciones que hasta ese entonces existían en torno a la problemática indígena en el Perú, e incluso en Nuestra América (tengamos en cuenta que fue escrito en 1904). A su vez, en él se denuncian las continuidades entre la colonia y la República, cuestionando las teorías racistas y biologicistas tan en boga en aquella época. Durante sus años de juventud, Mariátegui lo tiene como uno de sus mayores referentes intelectuales y políticos, a tal punto que llegó a conocerlo personalmente, conversar con él, frecuentar su biblioteca y ser amigo de su hijo. Tras fallecer en 1918, el movimiento estudiantil decide homenajearlo bautizando con su nombre a la Universidad Popular que crean como espacio de autoformación colectiva. "

Comenzamos la segunda jornada del seminario con un intercambio colectivo y puesta común sobre nuestra lectura de "Nuestros Indios". A modo de síntesis de lo trabajado sobre Mariátegui, Hernán nos brindó el siguiente marco: "Indagamos en las reflexiones y el contexto histórico que va de 1919 a 1924, que involucra su viaje y estancia en Europa durante más de tres años, hasta su retorno y participación en la Universidad Popular González Prada, analizando la crisis civilizatoria que vivencia y denuncia en aquel entonces, las revoluciones que se suceden en Europa, así como también sus planteos en torno a la lucha estudiantil y obrera en la coyuntura convulsionada de Perú".

También compartimos un rico almuerzo con las empanadas de nuestra cooperativa amiga "Che, qué rico" (https://www.facebook.com/chequericofatima/)

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Compartimos el tercer encuentro del Seminario sobre Mariátegui.


El sábado de carnavales, con la brújula de Hernán Ouviña continuamos abordando algunos escritos donde Mariátegui problematiza la cuestión del mito ("Dos concepciones de la vida" y "El hombre y el mito"). Asimismo, un texto sumamente actual respecto a la importancia del feminismo ("Las reivindicaciones feministas"), de la misma manera la cuestión del indio, que será clave en sus años posteriores ("El problema primario del Perú). Además, se interesa por la unidad y los trágicos desencuentros de Nuestra América ("La unidad de la América indo-española" y "¿Existe un pensamiento hispano-americano?") y por la centralidad de la construcción de una educación descolonizada y en franca ruptura con la que prima en ese entonces en Perú y en gran parte del mundo capitalista ("Lunatcharsky" y "Enseñanza única y enseñanza de clase").

Por otro lado, dentro de la lectura sugerida, un cuento clásico de José María Arguedas (ensayista y uno de los grandes escritores de novelas indigenistas en Perú), que se llama "El sueño del pongo", que ofició de disparador tanto para discutir la cuestión indígena y la tensión entre el mundo andino y el mundo occidental (que involucra la lucha de clases, cosmovisiones antagónicas, colonialidad y desencuentro/diálogo/mixtura/confrontación entre Costa y Sierra). Incluso es interesante para reflexionar acerca de lo que en la región andina se conoce como el Pachakuti (inversión radical del orden).

Compartimos algunas imágenes y continuamos este sábado!

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Sábado 29/2. Cuarto encuentro.


Este sábado continuamos abordando a Mariátegui, principalmente la temática indígena, la del mito y la relación entre arte y política.

Para quienes quieran profundizar en los estos primeros tópicos en la vida y obra de Mariátegui (cuestión indígena, revolución y mito andino), Hernán Ouviña nos sugiere el capítulo del libro de Alberto Flores Galindo La agonía de Mariátegui, que se titula "El descubrimiento del mundo andino".

En la segunda parte de nuestro encuentro miramos la película La teta asustada, para analizar y debatir la realidad peruana a partir de ciertas claves de lectura que propone el propio Mariátegui, y también en función de las transformaciones que se han vivido desde ese entonces en el país andino e incluso en Nuestra América.

Otra de las lecturas propuestas es el poema “Llamado a algunos doctores” de José María Arguedas para este convite, Hernán Ouviña nos hace esta introducción: “José María Arguedas le responde a quienes desde la academia y el supuesto saber erudito, realizaron las más violentas críticas contra sus novelas y cuentos. Es interesante también para problematizar las formas de conocimiento, el colonialismo intelectual y lo senti-pensante, así como el desencuentro y tensión entre Costa y Sierra, cosmovisión andina y ciencia eurocéntrica, lo rural y lo urbano, lo occidental y lo indoamericano, la racionalidad instrumental y la sensibilidad poética, entre otros tópicos teórico-filosóficos que se confrontan. Y que puede brindar pistas, además, para La teta asustada”..

Llamado a algunos doctores
por José María Arguedas

Dicen que no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor.

Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos, que está lleno de temores, de lágrimas, como el de la calandria, como el de un toro grande al que se degüella, que por eso es impertinente.

Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros, doctores que se reproducen en nuestra misma tierra, que aquí engordan o que se vuelven amarillos.

Que estén hablando, pues: que estén cotorreando, si eso les gusta.

¿De qué están hechos mis sesos? ¿De qué está hecha la carne de mi corazón?

Saca tu larga vista, tus mejores anteojos. Mira, si puedes.

Quinientas flores de papas distintas crecen en los balcones de los abismos que tus ojos no alcanzan, sobre la tierra en que la noche y el oro, la plata y el día se mezclan. Esas quinientas flores, son mis sesos, mi carne.

¿Por qué se ha detenido un instante el sol, por qué ha desaparecido la sombra en todas partes, doctor?

Pon en marcha tu helicóptero y sube aquí, si puedes. Las plumas de los cóndores, de los pequeños pájaros se han convertido en arco iris y alumbran.

Las cien flores de la quinua que sembré en las cumbres hierven al sol en colores, en flor se ha convertido la negra ala del cóndor uy de las aves pequeñas.

Es el mediodía; estoy junto a las montañas sagradas: la gran nieve con lampos amarillos, con manchas rojizas, lanzan su luz a los cielos.

En esta fría tierra, siembro quinua de cien colores, de cien clases, de semilla poderosa. Los cien colores son también mi alma, mis infaltables ojos.

Yo, aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras idiotas que te han hundido. El sonido de los precipicios que nadie alcanza, la luz de la nieve rojiza, de espantado, brilla en las cumbres. El jugo feliz de los millares de yerba, de millares de raíces que piensan y saben, derramaré tu sangre, en la niña de tus ojos.

El latido de miradas de gusanos que guardan tierra y luz; el vocerío de los insectos voladores, te los enseñaré hermano, haré que los entiendas. Las lágrimas de las aves que cantan, su pecho que acaricia igual que la aurora, haré que las sientas y las oigas.

Ninguna máquina difícil hizo lo que sé, lo que sufro, lo que gozar del mundo gozo. Sobre la tierra, desde la nieve que rompe los huesos hasta el fuego de las quebradas, delante del cielo, con su voluntad y con mis fuerzas hicimos todo eso.

No huyas de mí, doctor, acércate. Mírame bien, reconóceme. ¿Hasta cuándo he de esperarte? Acércate a mí; levántame hasta la cabina de tu helicóptero. Yo te invitaré el licor de mil savias diferentes.

Curaré tu fatiga que a veces te nubla como bala de plomo, te recrearé con la luz de las cien flores de quinua, con la imagen de su danza al soplo de los vientos; con el pequeño corazón de la calandria en que se retrata el mundo, te refrescare con el agua limpia que canta y que yo arranco de la pared de los abismos que templan con su sombra a nuestras criaturas.

¿Trabajaré siglos de años y meses para que alguien que no me conoce y a quien no conozco me corte la cabeza con una máquina pequeña?

No, hermanito mío. No ayudes a afilar esa máquina contra mí, acércate, deja que te conozca, mira detenidamente mi rostro, mis venas, el viento que va de mi tierra a la tuya es el mismo; el mismo viento que respiramos; la tierra en que tus máquinas, tus libros y tus flores cuentas, baja de la mía, mejorada, amansada.

Que afilen cuchillos, que hagan tronar zurriagos; que amasen barro para desfigurar nuestros rostros; que todo eso hagan.

No tememos a la muerte, durante siglos hemos ahogado a la muerte con nuestra sangre, la hemos hecho danzar en caminos conocidos y no conocidos.

Sabemos que pretenden desfigurar nuestros rostros con barro; mostrarnos así, desfigurados, ante nuestros hijos para que ellos nos maten.

O sabemos bien qué ha de suceder. Que camine la muerte hacia nosotros; que vengan esos hombres a quienes no conocemos. Los esperaremos en guardia, somos hijos del padre de todos los ríos, del padre de todas las montañas ¿es que ya no vale nada el mundo, hermanito doctor?

No contestes que no vale. Más grande que mi fuerza en miles de años aprendida; que los músculos de mi cuello en miles de meses; en miles de años fortalecidos, es la vida, la eterna vida mía, el mundo que no descansa, que crea sin fatiga; que pare y forma como el tiempo, sin fin y sin principio.

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Arguedas escribió el poema “Llamado a algunos doctores” originalmente en quechua. La versión castellana –del autor mismo- se publicó en El Comercio de Lima, el 10 de julio de 1966. La versión original apareció el 17 de julio de 1966 en el mismo rotativo.